América Latina es vista como un continente pobre, una idea que ha marcado los enfoques de la inversión social y el emprendimiento en la región hasta ahora.
No somos pobres. Tenemos riquezas naturales y una biodiversidad como ningún otro continente y culturas ancestrales que nos enorgullecen.
Pero tenemos altos niveles de desigualdad. Nuestros sistemas educativos y sanitarios reflejan la brecha entre pobres y ricos. El acceso a la cultura es limitado. Producimos alimentos, pero muchos latinoamericanos siguen pasando hambre. Estas discrepancias mantienen a la región en un marco de deficiencias estructurales crónicas, que afectan la calidad de vida de las personas, el cuidado del medio ambiente y las perspectivas de crecimiento económico a largo plazo.
Después de conocer esto, ¿en qué otro lugar tendría más sentido invertir?