La mirada femenina en la Banca Ética
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08 marzo 2022
Latinoamérica
Tres mujeres de nuestra organización hablan de sus experiencias en Banca Ética y de los rasgos femeninos que podemos advertir en la manera de relacionarnos y en cómo hacemos finanzas.
Hablamos de banca y no de banco y esa definición ya sugiere lo que hay de femenino en nuestra organización. Pero también, por añadidura, nos impone algunos desafíos, como la igualdad de oportunidades y el no encasillar a las personas en algunos roles.
En todas estas cosas coinciden Alejandra Jaurés, Iranise Pedro y Amaia Redondo, tres mujeres de nuestra organización con las que conversamos con motivo de una nueva conmemoración del 8M.
Podemos decir que -al unísono- las tres lanzan algunas definiciones que rondan toda la conversación; como, por ejemplo, que más que algo que tenga que ver con el género en particular, en Banca Ética se potencia el desarrollo de todas las personas, se protegen los espacios familiares y se impulsa la cooperación y la interdependencia en vez de la competencia.
De hecho, se trata de ideas impregnadas en nuestro propósito, en la manera en que hacemos economía y en la forma en cómo nos relacionamos tanto al interior de nuestra organización como con nuestros públicos externos.
Y este sello distintivo es lo que nuestras compañeras de labores dicen que les ha permitido conciliar los tiempos familiares con el trabajo que a diario deben desempeñar en Banca Ética.
Para Alejandra, por ejemplo, “ser madre ha significado descubrir nuevas capacidades que pueden ser aportadas en mi trabajo y que son reconocidas por la organización”.
En esa misma línea, Iranise nos cuenta que para las mujeres que son madres “hay un espacio especial donde los niños son muy bienvenidos”.
Desde la opinión de Amaia, en tanto, esto se traduce no sólo en valorar lo femenino desde muchos ámbitos, sino también en “la capacidad de crear vida, que está relacionada con la creatividad, con las ideas”, algo estrechamente relacionado con una de las áreas que impulsamos.
“Esta forma de trabajar, de valorar a las personas en general, nos permite a las mujeres sacar nuestro mejor potencial”, complementa Amaia.
Por eso es por lo que lo femenino que hay en nuestra organización tiene que ver con la mirada acogedora, el interés genuino en el otro, el comprender que somos seres humanos íntegros, que no sólo cumplimos algunos roles o estamos encasillados en éstos. “Eso engancha a las empresas y hace que se emocionen y se relacionen con nosotros desde el corazón”, subraya Iranise.
La clave es “actuar desde el amor, la sensibilidad, la cercanía, la confianza y la colaboración”, apunta Amaia a renglón seguido.
Un cambio en la industria financiera
Hemos dicho, al inicio de este texto, que ya el concepto de banca insinúa lo que proponemos en nuestra organización y que pretendemos impulsar en la industria en general.
Esto lo explica Alejandra cuando dice que “la economía y la industria financiera son sectores en donde cuesta ver rasgos femeninos porque abundan características como la competitividad, agresividad, entre otras. Por esa razón, nuestro proyecto entiende que la economía debe transitar hacia un sistema más colaborativo, que respete nuestro planeta, que incluya a las personas y en donde todos tengamos espacio para aportar a construir un modelo sostenible e interdependiente entre quienes formamos parte de la sociedad. Desde esa mirada, nuestra organización incorpora estos rasgos femeninos de manera transversal en todo su quehacer, y las personas aportamos desde ahí todas nuestras capacidades, sean hombres o mujeres”.
Para cerrar, Amaia completa esta definición y dice que ciertamente buscamos otras cualidades humanas, que tienen que ver con el cuidado de las personas, con el equilibrio entre hombres y mujeres, con la fraternidad, con el bienestar para todos y con la reproducción más que con la producción.
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