Durante los últimos cinco años, hemos podido constatar el interés creciente que despiertan las inversiones de impacto. Y debemos decir que esto se ha visto escasamente interrumpido por los efectos económicos que ha generado la pandemia. Es más, afirmaríamos lo contrario; que el contexto ha sido un aliciente para hacer circular el dinero hacia los sectores que proponemos en nuestra estrategia. Esto queda de manifiesto al consignar que en 2020 nuestras colocaciones crecieron un 30%, desde $9.822 millones a $12.749 millones, y el año pasado, un 65%, para encumbrarse hasta los $21.073 millones.

Lo anterior cuantifica entonces el interés de las personas por invertir en los sectores que consideramos clave para responder a los problemas estructurales de nuestra sociedad

Y es así que a la fecha contabilizamos más de 61 millones de dólares movilizados hacia empresas que operan en las áreas de Educación y Cultura, Desarrollo Social y Medio Ambiente. 

Huelga decir que esos recursos (20 millones de dólares en Educación y Cultura, 24 millones en Desarrollo Social y 17 millones en Medio Ambiente) no son otra cosa que resultados socio ambientales concretos y de impacto.

En el caso del desarrollo de la cultura, los resultados, entre otras cosas, han propiciado que 7.020 estudiantes accedan a la gratuidad, el mejoramiento de 26 proyectos de infraestructura educacional, el impulso de 32 iniciativas en el ámbito escolar, el acceso de 137 mil personas a experiencias culturales y la recuperación y distribución de más de 360 mil libros